10 de noviembre de 2011

"EL DEPORTE COMO DERECHO DEL PUEBLO"



El pasado 30 de Octubre concluyeron los XVI Juegos Panamericanos en Guadalajara con un rotundo éxito para la delegación cubana, manteniendo el segundo lugar histórico detrás desde los Estados Unidos de América (EUA). Lo anterior motivó que el compañero Fidel escribiera la reflexión “La hazaña de Guagalajara” y enunciara uno de nuestros principios irrenunciables a lo largo de 52 años de Revolución: El deporte es un derechodel pueblo.

Muchos no se explican cómo Cuba, una nación pequeñade apenas 11 millones de habitantes, puede obtener resultados tan sobresalientes en el campo del deporte. Lo anterior adquiere ribetes de heroicidad si sabemos que el Imperio mantiene un bloqueo genocida, sin precedentes en la historia contemporánea, sobre nuestra nación por casi medio siglo, que ha sido repudiado recientemente en la ONU por vigésima vez de manera casi absoluta. Tan solo dos naciones votaron en contra de la resolución: EUA e Israel, huelgan los comentarios.

En esta ocasión, a la par de que Cuba presentaba ante todos los países del mundo su postura indoblegable ante el poderoso vecino del norte, una delegación cultural llamada “La Colmenita” integrada en su totalidad por niños cubanos estaba de gira por la tierra del gran Abraham Lincoln y cosechaba un éxito inusual. Entonces sucedió  algo inesperado y el recio organismo internacional invitó a los niños a actuar para todas las delegaciones presentes y nuestros duendes se convirtieron en pequeños héroes, como salidos de un cuento de hadas o de una de las canciones de nuestro amado cantautor Silvio Rodríguez, para un príncipe enano hago esta fiesta porque como dijera Martí “los niños son la esperanza del mundo”.

El creador de los Juegos Olímpicos Modernos, Pierre de Coubertin, quedaría sin habla al ver como el deporte se ha convertido en una de las formas más eficientes de ganar dinero y no lo manifestamos por los atletas sino, en primer lugar, por todo el “aparataje mediático” en torno a ellos, díganse patrocinadores, firmas deportivas y canales de televisión por solo citar algunos ejemplos; de esta manera a los deportistas no les queda otra alternativa que “reclamar lo que valen”. Lo anterior, para fortuna nuestra y de los nobles principios del olimpismo, no sucede en la Cuba Revolucionaria.

Es tan deprimente esta situación, que hoy el sueño de un padre latino en Estados Unidos es que su hijo sea pelotero o baloncestista, antes que algo tan útil a la sociedad como un profesional de la salud o ingeniero; la hipocresía es tan amañada y sutil que cuando aparece un talento el premio es ir a una Universidad donde la rivalidad deportiva supera en importancia las necesidades de aprendizaje de estos educandos.

La sabia y antigua frase mens sana in corpore sano (mente sana en cuerpo sano)   tomada de la  sentencia "Orandum est ut sit menssana in corpore sano" (Sátira X, 356) —el subrayado es nuestro—ilustra  cuales deben ser los principios fundamentales de la practica deportiva, lejos de la alienación del capitalismo y del bendecido poder del dinero.  No dejamos de reconocer el talento de las super estrellas del deporte mundial, mujeres y hombres que en gran mayoría son de origen humilde, sólo objetamos el comercio que se ha hecho con este talento porque atenta contra la pureza del deporte en todo lo que tiene de maravilloso y  humano, colocándolo en una vitrina de lujo que va contra su propia esencia, porque como hemos dicho, casi todos esos dioses deportivos que vemos desde las alturas del marketing son del pueblo, del pueblo mismo, ya que han surgido de las clases más pobres. Sin embargo, nos los venden hasta como muñequitos de plástico muy bien elaborados para que los sigamos poniendo en el sagrado altar  de los triunfadores, famosos y con dinero: Una vez en España un amigo le preguntó a otro:    — ¿Qué  vas a hacer el domingo?   Y éste le respondió:

— ¡ Pues joder hombre, a ver a 22 millonarios a caerle a patadas a un balón!. El caballero en cuestión fue a ver aquel domingo un partido del Real Madrid y del Barcelona.

Dr. Arnaldo Rodríguez León




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