8 de octubre de 2011

“BUSCANDO AL CHE”


¿Dónde estás caballero gallardo,
caballero sin miedo y sin tacha?
En el viento, señora, en la racha
Que acicala la llama en que ardo.

Durante muchos años se nos contó que Ernesto “Che” Guevara de la Cerna había caído en combate el 8 de Octubre de 1967 en Bolivia, en un lugar llamado La quebrada del Yuro y que su cadáver había sido expuesto de inmediato en la escuelita de La Higuera de forma bochornosa como trofeo de guerra, sin embargo sus restos nunca fueron encontrados y el pueblo cubano así como sus hijos y familiares debieron llorar su ausencia hasta que a finales del siglo pasado, 1997, el gobierno del presidente Gustavo Sánchez de Lozada autorizó su búsqueda, entonces un equipo de prestigiosos científicos cubanos y argentinos tendría la misión de encontrar el cuerpo del hombre cuya figura terrenal ha estado más cerca de Dios.

¿Dónde estás, caballero gallardo,
caballero sin tacha y sin miedo?
En la flor que a mi vida concedo;
En el cardo, señora, en el cardo.

El Che fue un hombre de una inteligencia y cultura extraordinarias para la época, pero había algo en él que lo destacaba y era su humanismo sin límites, desde niño no podía ver un abuso de ninguna índole, creció y se graduó de médico cultivando ese sentimiento, sin embargo ocurriría un hecho que marcaría su vida para siempre y es cuando realiza en 1952 un viaje en motocicleta por varios países de  América Latina junto a su amigo y también médico Alberto Granados. Comienzan por el sur argentino y siguiendo hacia el norte pasan por Chile, Bolivia, Perú, Colombia y Venezuela; esta experiencia le permite tocar con sus manos la cruda realidad latinoamericana al ver las condiciones extremas de vida de los mineros chilenos y trabajar en la leprosería peruana de San Pablo, a orillas del Amazonas, viviendo momentos cruciales que desencadenarían el desarrollo de una fuerte convicción capaz de transformar para siempre aquel sentimiento e impidiéndole  permanecer indiferente, entonces al terminar ese viaje el Che había crecido como hombre y se desata en su corazón una perenne rebeldía para convertirse en un REVOLUCIONARIO, el más grande, el más incomprendido pero también el más justo y amado.

¿Dónde estás, caballero seguro,
caballero del cierto destino?
Con la espalda solapando camino
Al futuro, señora, al futuro.

Luego en su estancia en Guatemala en el año 1954 es testigo del derrocamiento del Presidente Jacobo Arbenz, allí colabora como médico además de transportar armas y expresa: “…entonces me di cuenta de una cosa fundamental para ser médico revolucionario o para ser revolucionario, lo primero que hay que tener es Revolución”, debe abandonar de inmediato Guatemala y salva su vida gracias al embajador de Argentina en ese país, así llega hasta México donde conoce a Fidel y Raúl Castro, expresa sus ideas y encuentra una gran congruencia con la de los asaltantes al Cuartel Moncada, es designado por Fidel como el médico de la Guerrilla y parte en la expedición del Yate Granma rumbo a las Coloradas el 25 de Noviembre de 1956. El Che había encontrado el futuro, por primera vez en su vida una Revolución estaba en su horizonte y nada podría detenerlo, ni el reducido número de integrantes de la expedición, apenas 82, ni las dos heridas de bala en su primer combate, ni su Asma Bronquial empeorada por el esfuerzo extremo en medio de extensas caminatas muchas veces bajo la lluvia, entonces llegó el momento crucial, el Che y Camilo Cienfuegos luego del triunfo de las tropas rebeldes en el Oriente cubano debían conducir sus dos columnas guerrilleras de forma victoriosa hasta Occidente para terminar con la dictadura de Fulgencio Batista. 

¿Dónde estás, caballero el más puro
caballero del cierto destino?
Encendiendo el hachón guerrillero
En lo oscuro, señora, en lo oscuro.

La travesía desde Oriente hasta Occidente reviviría la heroica gesta de los mambises en el siglo XIX y los dos Comandantes librarían batallas épicas en la región central de Cuba que aniquilarían el régimen, Camilo en Yaguajay y el Che en Santa Clara. Es la Batalla de Santa Clara con el descarrilamiento del tren blindado que se dirigía con refuerzos y armas hacia el Oriente del país la que obliga a Batista a huir de Cuba y admitir su derrota. Fue el Che un extraordinario combatiente, su valentía desmedida le llevó muchas veces a comportarse de forma temeraria en medio del combate, lo cual sin dudas hacía flaquear a un enemigo superior en número y municiones pero su conducción al frente de esta gesta lo convirtieron en un estratega militar insuperable.  

¿Dónde estás, caballero el más fuerte,
caballero del alba encendida?
En la sangre, en el polvo, en la herida,
En la muerte, señora, en la muerte.

Al triunfar la Revolución el Primero de Enero de 1959 el Che asumiría diversas tareas, siempre con el ánimo de ayudar a Fidel y su pueblo, fiel como pocos e incorruptible como ninguno creó el trabajo voluntario para recordarnos que siempre hace falta hacer hoy más que ayer y mañana más que hoy; logró a la par de su avatar una hermosa familia para dejarnos sangre de su sangre pero incansable en su lucha existencial nos regaló con esa inagotable intensidad su mensaje más puro: “Los Revolucionarios no tenemos descanso mientras exista el Imperialismo, así fiel a su legado y consciente de que la Revolución Cubana tenía una conducción sólida decidió un día continuar su historia.  

¿Dónde estás, caballero ya inerte,
caballero ya inmóvil y andante?
En aquel que haga suyo mi guante
Y mi suerte, señora, mi suerte.

Continuó con sus ideales y viajó hasta Bolivia, desapareció de la luz pública pero Fidel leería al cabo del tiempo por motivos estratégicos su carta de despedida al pueblo cubano ¿Acaso existe un ejemplo terrenal más hermoso de un hombre al cual no lo ata nada material? Su ternura infinita de Padre lo compulsan a escribir también una hermosa carta de despedida a sus hijos y grabar en una cinta una serie de poemas de César Vallejo, Pablo Neruda y Nicolás Guillén en su propia voz para su esposa Aleida March, la cual presenta como “lo más íntimamente mío y lo más íntimo de los dos”. Continuaría luchando en contra del Imperialismo, conocía su suerte pero no sentía miedo, el Che nunca supo lo que era el miedo y solo había un resultado posible para él, esa es la explicación de su despedida en la carta a Fidel ¡Hasta la Victoria siempre!

¿Dónde estás, caballero de gloria,
caballero entre tantos primero?
Hecho saga en la muerte que muero;
Hecho historia, señora, hecho historia.

El 28 de Junio de 1997 son hallados los restos del Che y de otros seis guerrilleros en una fosa común en Vallegrande. Precisamente es su cuerpo el  primero en encontrarse, pues él fue el último en ejecutar, luego que fuera lanzado encima de sus compañeros con las manos cortadas por órdenes de la CIA. Cuentan que antes de ser ejecutado preguntó por cada uno de sus hombres, ni en un instante como ese dejó de pensar en los que lo acompañaron en su andar. Sus últimas palabras: “¡Dispara que aquí hay un hombre!” y aquel sicario quedó impactado por su temeridad, dio un paso atrás, bebió otro trago de licor para encontrar valor ante aquella mirada que brillaba llena de gloria y dignidad, entonces soltó una ráfaga y el Che entró para siempre en la Historia de los Hombres. 

Un buen día aquel hombre que ejecutó al Che por órdenes de la CIA, vivía aún en Bolivia y, ya ciego, fue encontrado por médicos cubanos que al frente de la Misión Milagro lo operaron y devolvieron la visión, entonces dos lágrimas brotaron de sus ojos al recordar el instante en que el Comandante Ernesto Guevara lo había mirado por última vez.

Hoy los restos del Che reposan junto a los de sus compañeros en el Mausoleo erigido en su memoria en la Ciudad de Santa Clara, una llama encendida hasta la eternidad lo acompaña como símbolo de la perpetuidad de sus ideas y su ejemplo.

Afuera se encuentra su majestuosa estatua, obra del arquitecto cubano José Delarra, con su imagen tal y como entró triunfal a Santa Clara, el sitio es visitado cada día por centenares de personas de diversas ideologías y culturas, sin embargo todos concuerdan en haber encontrado finalmente al Che.     

Dr. Arnaldo Rodríguez León, Jefe del Servicio de Cardiología, Museo Histórico Militar, Caracas, Venezuela.

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